viernes, 21 de enero de 2011

Las batallas finales


Las batallas finales

Las Farc quieren aprovechar la distracción de recursos por el invierno para mostrar que están vivas.

En medio de los festejos de fin de año y de las noticias sobre las inundaciones y los complejos desafíos del Gobierno, asumidos personalmente por el presidente Juan Manuel Santos, en materia de atención a las víctimas, los colombianos apenas se enteraron de la serie de ataques terroristas de las Farc en Neiva, que causaron destrozos a una veintena de viviendas y locales comerciales de la capital huilense.
Pocas ciudades como Neiva han soportado durante tantos años el asedio criminal de lo más sanguinario de las Farc. Mientras el grupo terrorista engordaba a sus anchas en el Caguán, su tropa no paraba de lanzar ataques a los habitantes de Neiva, secuestraba a los que algún dinero tenían, extorsionaba a pequeños comerciantes y asesinaba a los muchos que se resistieron a su cruel expoliación.
Cuando la seguridad democrática de Álvaro Uribe comenzó a rendir frutos y las Farc empezaron a retroceder y a perder tropa y cabecillas, el Huila siguió bajo ataque de la columna móvil 'Teófilo Forero', grupo élite conocido por sus prácticas sanguinarias y su cinismo. La serie de ataques con granadas y otros explosivos contra casas y locales comerciales de Neiva, en este arranque de año, demuestra dos cosas. Una buena, que cada vez más huilenses se resisten a la extorsión y al boleteo. Y una muy mala, que la 'Teófilo Forero' sigue con capacidad de causar daño en esta región, a la que ha torturado por décadas.
A finales de la semana pasada, otro ataque de las Farc en una zona vecina y también históricamente ensangrentada por estos asesinos -la de San Vicente del Caguán- confirma las intenciones de la 'Teófilo Forero' de mostrar que conserva sus arrestos asesinos, a pesar de los durísimos golpes que la Fuerza Pública les ha propinado a las Farc en sus bastiones más antiguos, en el sur del país.
Lo ocurrido en el fallido ataque contra un cuartel de policía en San Vicente deja entrever algo positivo: que militares y policías estaban alerta y que actuaron de manera coordinada. Eso explica que uno de los grupos de atacantes haya sido interceptado cuando se movilizaba en un campero hacia la población, y que allí mismo hayan caído cinco guerrilleros, además del tristísimo saldo de una niña que resultó gravemente herida y más tarde murió, y de tres soldados que perdieron la vida.
La reacción de la Fuerza Pública tiene el doble mérito de haber frustrado el ataque guerrillero y de haberlo hecho en momentos en que la atención del alto mando está concentrada en las tareas de auxilio a las víctimas de las inundaciones, que han copado buena parte de la capacidad de transporte aéreo de militares y policías. Es obvio que los comandantes de la 'Teófilo Forero' pensaron en las dificultades de las Fuerzas Armadas para reaccionar por vía aérea -que es a la que más temen los guerrilleros- al ataque a una población, a la hora de planear este operativo. Y por eso, el mérito de los soldados que interceptaron a uno de los grupos atacantes es mayor.
De cualquier modo, el desafío está planteado. Las Farc, debilitadas en la mayoría de las regiones del país donde antes del doble mandato de Uribe causaban daño a diario, quieren hacerse sentir allí donde aún conservan capacidad de acción, como son algunas zonas del Huila y del Caquetá. El Ministro de Defensa y los comandantes militares y policiales deben tomar nota de ello. Tienen que planificar una estrategia que vaya más allá de la respuesta reactiva y que, haciendo uso de la inteligencia, que tan útil ha sido para cambiar el curso de la guerra, desbarate a la 'Teófilo Forero', lo mismo a nivel de tropa que de cabecillas, brinde a los huilenses la seguridad que les ha sido esquiva desde hace más de 20 años, y permita ganarles a las Farc una de las batallas finales con que 'Alfonso Cano' -que entre tanto mandaba un cínico mensaje de paz para el 2011- quiere demostrar que las Farc siguen vivas.

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