jueves, 10 de mayo de 2012


vivienda, discursos y políticas públicas, no es un juego. 

Desde hace muchos años, la política de vivienda en América Latina ha estado expuesta a caer en debates ideológicos, ocultando las vicisitudes estructurales que deben superarse para garantizar el acceso a una casa digna.
En unos países se ha hablado de viviendas sin cuota inicial, en otros de subsidios escalables, comodatos selectivos, mejoramiento habitacional y entrega gratuita de viviendas.
Todas estas propuestas han tenido presente el anhelo social de un techo propio y, al mismo tiempo, la ambición de hacer de los ladrillos el mejor detonante de réditos electorales.
Si bien no existe nada de malo en que las políticas públicas efectivas sean identificadas con sus líderes, en medio de discursos, planes, misiones y agendas, vale la pena entender en detalle la problemática regional y, tal vez, promover una mayor coordinación de políticas públicas, pensando en el largo plazo.
Tal como lo ha planteado el Banco Interamericano de Desarrollo en un nuevo estudio denominado ‘Un espacio para el desarrollo’, para cerrar la brecha de vivienda que hoy existe en América Latina y el Caribe es necesario alcanzar inversiones cercanas al 8 por ciento del PIB regional.
Para complementar esta reflexión, basta con aceptar que para atender la demanda futura de vivienda es necesario invertir, aproximadamente, setenta mil millones de dólares anuales.
La explicación a estas millonarias reflexiones se justifica con claridad por parte del BID, al observar que de los cerca de ciento treinta millones de familias que viven en ciudades, cinco millones comparten su vivienda exponiéndose a situaciones de hacinamiento, tres millones hacen sus vidas en viviendas cuya precariedad se convierte en un riesgo latente y más de treinta y tres millones carecen de una propiedad certificada, además de la ausencia de servicios públicos esenciales.
En una región que ha logrado urbanizarse de manera acelerada, resolver la problemática habitacional trasciende la política de vivienda y se vincula estratégicamente con la calidad de vida.
Las viviendas de mala calidad incuban enfermedades; la falta de saneamiento se ve reflejada en un incremento de enfermedades infecciosas; el hacinamiento impacta en el desempeño escolar de los niños; la urbanización anárquica estimula la expansión del parque vehicular con consecuencias ambientales y la falta de seguridad en las técnicas de construcción, derivadas de la informalidad, aumenta los riesgos provenientes de desastres naturales.
Enfrentar el problema de manera coordinada debe conducir a que las políticas públicas y la regulación de la propiedad respeten las decisiones de los hogares y a no someter su residencia a los lugares que ‘papá Estado’ elija.
Es vital que se elimine el sesgo a la vivienda nueva, ya que las soluciones habitacionales no deben ignorar casas existentes. Permitir la movilidad residencial elimina la conformación de guetos y la introducción de nuevos materiales es urgente.
La problemática residencial en la región requiere una visión estructural de la política de vivienda. Construir casas es solo una porción minúscula de la agenda y dejar por fuera otros eslabones puede conducir a que el pan de hoy sea el hambre de mañana.
Iván Duque M.
Analista - Consultor internacional
ivanduquemarquez@hotmail.com

1 comentario:

  1. muy bueno el blog pero me parece grave el texto de encabezado de la pagina. "reconocer el caracter subversivo de los movimientos salidos de la Revolución Francesa, sean ellos el Liberalismo, LA DEMOCRACIA" a partir de esa revolución se redactaron los derechos fundamentales del hombre y por esos derechos inicio la independencia de Colombia. por lo demás la pagina esta muy bien.

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